miércoles, 14 de julio de 2010

LIBERACIÓN DE LOS PRESOS: VICTORIA SILENCIOSA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA

por Enrique Ubieta Gómez

En el día de ayer (por el miércoles 7 de julio), el Arzobispado de La
Habana hizo pública la decisión del Gobierno cubano de liberar en los
próximos meses a 52 contrarrevolucionarios detenidos y juzgados en
2003, cinco de ellos de forma inmediata. Como resultado de los
contactos establecidos por el Gobierno con el Cardenal Jaime Ortega,
Arzobispo de La Habana y Monseñor Dionisio García Ibáñez, presidente
de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, había sido liberado
ya, por motivos de salud, otro de los sancionados.

En el sistema de prisiones de Cuba suele concederse licencia
extrapenal al sancionado que –con independencia del motivo de su
delito-, presenta problemas de salud que son incompatibles con el
régimen carcelario. Desde el año 2004 se habían beneficiado de esa
política habitual otros 21 contrarrevolucionarios de la misma causa
judicial; cuatro de ellos viajaron a España con sus familias, como
parte de un acuerdo con el Gobierno español.

El Gobierno de Cuba sabe conversar y tomar decisiones –sin presiones,
ni chantajes, ni condiciones previas--, sobre cualquier tema, y con
cualquier interlocutor que respete la soberanía del país. El mayor
obstáculo para la liberación de esos presos -juzgados y condenados por
tribunales cubanos, según las leyes del país-, era precisamente la
clara intención de chantaje de una campaña mediática que las grandes
corporaciones de prensa y la derecha europea y norteamericana habían
promovido de forma irresponsable. La Revolución, en cambio, propone el
diálogo respetuoso.

Habría que recordar una larga lista de ejemplos históricos: el canje
de mercenarios capturados durante la invasión de Playa Girón; el
diálogo con la emigración cubana en 1978 y la liberación posterior de
cientos de batistianos y de contrarrevolucionarios, muchos de ellos
capturados en actividades terroristas; los acuerdos migratorios con
gobiernos norteamericanos de uno u otro partido (tanto los de Reagan o
W. Bush, como los de Clinton u Obama); el proceso de contactos
permanentes e intercambio de criterios con las diferentes
denominaciones religiosas, incluida la católica, entre otros. La lista
incluye mediaciones internacionales de trascendencia, como la que
llevó definitivamente la paz a Angola y al cono sur africano.

No hay debilidad en la disposición al diálogo, sino fortaleza. Las
recientes conversaciones del Gobierno con la jerarquía de la Iglesia
católica cubana están respaldadas por la existencia de una
comunicación franca y sistemática con las instituciones y
organizaciones religiosas del país. Creyentes y no creyentes –de
cualquier denominación--, participan por igual en la construcción de
una sociedad cada vez más justa. Aunque estas conversaciones
transcurrieron por iniciativa de las partes, y encauzaron una decisión
que el acoso internacional había pospuesto, los medios trasnacionales
y sus lacayos internos, inicialmente desconcertados, intentan ahora
capitalizar los resultados. Era previsible, y no nos preocupa.

Por la vida de Guillermo Fariñas, como por la de cualquiera de sus
coterráneos, Cuba puso los equipos médicos que posee –y los que no
posee pero buscó donde pudo, a pesar del bloqueo--, y los mejores
especialistas que ha formado. Pero su actitud nunca hubiese conducido
a la obtención de los resultados que esperaba. Qué triste es que un
hombre exponga su vida, sin saber acaso que otros manipulan sus
sentimientos, planifican las ganancias posibles de su sacrificio, usan
su empecinamiento con fines espurios. Qué triste es –con tantas causas
justas, imprescindibles, en este mundo esencialmente injusto--, que un
hombre arriesgue su vida por el bienestar personal de un puñado de
pillos y de un estado imperialista. Que un hombre apueste a la muerte
para derrotar a un país que lucha a contracorriente por la vida.

¿Sería capaz Obama de abrir el diálogo franco, sin resabios
imperiales, con su pequeño pero digno vecino?, ¿tendría el coraje de
reconocer el carácter político, vengativo, de las sanciones que pesan
sobre los cinco antiterroristas cubanos, presos hace ya más de diez
años en cárceles de su país?, ¿podría Obama, en un acto sencillo, que
dignificaría su mandato, indultar a esas cinco personas que hicieron
en territorio norteamericano, a favor de sus ciudadanos, lo que no
hicieron las autoridades de su país? Una vez más la Revolución cubana
ofrece un ejemplo de dignidad y de fortaleza.

Fuente: La Isla Desconocida

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