jueves, 18 de septiembre de 2008
De la guerra climática
De la guerra climática
Ni el el discurso de Al Gore ni del IPCC se mencionó el desarrollo de las armas climáticas en que están empeñados los EE.UU. desde hace medio siglo.
El Premio Nobel de la Paz 2007 fue compartido, como es notorio, por Al Gore y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés). Es notable que ni en el discurso del ex vicepresidente estadounidense, ni en los informes del IPCC premiados, hubiera una mención al desarrollo de armas climáticas en el que están empeñados los EE.UU. desde hace más de medio siglo. También Rusia y Europa han comenzado esa carrera.
Es un tema que rara vez aparece en las discusiones y/o investigaciones sobre el llamado calentamiento global o efecto invernadero que el planeta padece. En su informe final sobre las alternativas de defensa del país, la Fuerza Aérea norteamericana registra que a fines de los "40, con la Guerra Fría más caliente que nunca, el Pentágono investigaba ya la posibilidad de instrumentar "formas de guerra climática inimaginables" (csat.au.af.mil, 2005). Esto entraña una tecnología que Washington sigue perfeccionando en el marco del Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (Haarp, por sus siglas en inglés), establecido en 1992. Que no es broma.
Los fines declarados del Haarp son inocentemente científicos, pero pareciera que más bien se busca lograr un arma de destrucción masiva capaz de desestabilizar el sistema ecológico del mundo. Lo dice el informe citado: "La modificación del clima formará parte de la seguridad nacional e internacional y podría llevarse a cabo unilateralmente... Ofrece una amplia gama de opciones posibles para derrotar o frenar a un adversario... Puede tener aplicaciones ofensivas y defensivas y hasta ser empleada con propósitos disuasivos. La capacidad de generar lluvias, niebla y tormentas a nivel terrestre o de modificar el clima exterior... y la producción de un clima artificial son elementos de un conjunto integrado de tecnologías (militares)".
En Gakona, Alaska, la Fuerza Aérea, la Marina y la Oficina de investigación de proyectos avanzados de defensa del Pentágono han instalado 180 antenas que funcionan como una sola y son capaces de emitir hasta un billón de ondas de radio de alta frecuencia que introducen una masa ingente de energía en la ionosfera, o capa superior de la atmósfera, que reenvía hacia ésta radiaciones que aumentan su temperatura. Se puede así inducir un cambio en la ionosfera que permite alterar el clima de una zona seleccionada de la superficie terrestre con secuelas desastrosas: lluvias excesivas, inundaciones, multiplicación de huracanes, sequías prolongadas, terremotos, la interrupción del suministro eléctrico y de las comunicaciones por cable, accidentes graves en gasoductos y oleoductos, etc. ¿Será un arma de la guerra geofísica? En el sitio oficial que explica el proyecto puede leerse que "Haarp es un empeño científico destinado a estudiar las propiedades y el comportamiento de la ionosfera, con énfasis particular en su comprensión y su uso para incrementar los sistemas de comunicaciones y de vigilancia, tanto con propósitos civiles como con finalidades de defensa" (www.haarp.alaska.edu). Parece claro.
El economista canadiense Michel Chossudovsky señala que la manipulación del clima permitiría a EE.UU. dominar regiones enteras: "Sería el arma preventiva por excelencia. Se puede dirigir contra países enemigos o ‘naciones amigas" sin su conocimiento, utilizarse para desestabilizar economías, ecosistemas y la agricultura. Podría asimismo devastar los mercados financieros y comerciales. Una agricultura desestabilizada crea mayor dependencia de la ayuda alimentaria y de la importación de granos procedentes de EE.UU. y de otros países occidentales" (www.theecologist.net, diciembre de 2007). Hay más: sus efectos pueden ser graves para el cerebro y el comportamiento humanos.
El Pentágono hizo pública por primera vez la utilización bélica de las técnicas de modificación del clima en 1974: hacía siete años que con esa tecnología concentraba nubes sobre Vietnam y Camboya para incrementar las lluvias en las zonas seleccionadas, provocar derrumbes de tierra y tornar intransitables las rutas por la que Hanoi enviaba suministros al Vietcong (english.prav da.ru, 15-1-03). Esto condujo a la Asamblea General de las Naciones Unidas a aprobar en 1977 una convención que prohibía "el uso militar u hostil de técnicas de modificación ambiental que causan efectos graves, generalizados y duraderos". Este principio fue incorporado en el proyecto de convención sobre el cambio climático de la ONU que se debatió en Río de Janeiro en 1992, pero la cuestión se ha convertido en una suerte de tabú. Aunque tácitamente se acepta su existencia, los debates en la ONU se centran en el protocolo de Tokio, que EE.UU. rechaza. The rest is silence.
Fuente:http://axxon.com.ar/not/180/c-1803048.htm
. Aportado por Gustavo Courault
¿La guerra meteorológica llega a la realidad?
El gobierno de Rumania estudia si existe un complot para empeorar su clima.
(AFP) - El Senado rumano ha abierto una investigación sobre los "indicios" de que las inundaciones que ha sufrido su país sean el resultado de una "guerra meteorológica instigada por un poder extranjero", dijo un senador rumano el jueves.
La Cámara Alta rumana está pensando comprobar los indicios e informaciones relativos a que los fenómenos meterológicos extremos vividos en julio y agosto de 2005 "fueron causados por tecnología humana controlada desde el extranjero", dijo a la AFP Dan Carlan, que inició la investigación.
Carlan explicó que algunos funcionarios del Ministerio de Agricultura rumano sugirieron que las lluvias caídas la este de Rumanía el pasado verano eran resultado de "un patrón de humedad procedente directamente a esta región desde el Mar Negro".
Sin embargo, el portavoz del Ministerio, Adrian Tibu, dijo que los senadores se han equivocado al interpretar los datos de los expertos.
El líder de extrema derecha Corneliu Vadim Tudor dijo que él estaba convencido de que Rumanía era "víctima de un ataque meteorológico".
Aunque rechazó señalar directamente a algún país, la mención a "un gran poder al este de Rumanía" era una clara referencia a Rusia.
Las inundaciones que asolaron Rumanía el pasado verano fueron las peores en 30 años, dejando 80 muertos y daños materiales por 1.500 millones de euros.
Aportado por Eduardo J. Carletti
Meteorólogo de EEUU dice que la mafia japonesa creó a Katrina usando un arma soviética
Scott Stevens expresó que se sabe que la URSS vendió su arsenal meteorológico a distintos gobiernos y grupos.
(EFE) - El meteorólogo estadounidense Scott Stevens declaró en días recientes que el huracán Katrina fue provocado por la mafia japonesa en venganza por los atentados nucleares de Hiroshima y Nagasaki.
En su sitio en internet dijo que los nipones usaron un arma secreta soviética —"un misil de hecatombes"— basada en un generador electromagnético de gran potencia.
"Está establecido que en los años 60 y 70 la extinta Unión Soviética elaboró y se jactó de poseer tecnologías capaces de influir en el clima y que fueron empleadas contra Estados Unidos a partir de 1976", explicó Stevens.
Según él, las tormentas que azotaron Estados Unidos ese año fueron gatilladas por una de esas armas; y en los 80, agregó, la URSS vendió esas armas a decenas de países y organizaciones.
Su interpretación provocó una polémica en Rusia. Yuri Tokarev, experto de un centro ruso que estudia las relaciones entre el Sol y la Tierra, ahondó en el tema: "Es posible influir en el clima, pero no a escala de poder desatar Katrinas o Ritas... ni nosotros ni nadie puede hacerlo. Las instalaciones existentes no tienen suficiente potencia".
El proyecto HAARP
Aunque lo de Stevens suena a ciencia ficción, la existencia de estas armas geofísicas —o arsenal meteorológico— ha provocado sospechas recientemente.
Las dos potencias de la Guerra Fría han mantenido centros científicos que investigan los fenómenos que ocurren en la atmósfera y su interacción con la actividad solar y cósmica.
En el caso de Estados Unidos, se trata del proyecto HAARP (High Frequency Advanced Auroral Research Project), instalado en una base militar en Gakona, Alaska. Rusia, por su parte, realiza la investigación en el centro conocido como Sura, ubicado cerca de la ciudad de Nizhi Novgorod, en el centro del país.
Pero mientras el primero contaría con un presupuesto de 300 millones de dólares al año, el segundo languidece.
Rusos alertas
El misterio sobre estas supuestas armas geofísicas es antiguo. A fines de los años 70 EE.UU. y la URSS firmaron un acuerdo por el cual se comprometieron a no investigar el uso militar de la geofísica. Eso no habría sido respetado, según varios críticos.
El asunto cobró fuerza en septiembre de 2002, cuando la Duma —cámara baja del Parlamento ruso— aprobó una petición al presidente Vladimir Putin, a la ONU, y a otras organizaciones y gobiernos del mundo, que tenía como objetivo presionar para la suspensión de los supuestos ensayos geofísicos del centro HAARP.
Estaban preocupados porque, en teoría, las armas geofísicas podrían provocar inundaciones, tifones y tornados donde se quisiera, o paralizar los sistemas electrónicos civiles y militares, e incluso, dicen algunos, afectar las mentes de las personas, según expresó en el diario ruso "Pravda" Yuru Solomatin, diputado ucraniano.
Valeri Stasenko, del Servicio Meteorológico de Rusia, declaró al diario "Noviye Izvestia": "Los cambios en la ionosfera y la magnetosfera influyen en el clima, y si estos cambios se refuerzan con potentes instalaciones es posible variar el clima de forma global".
Pero el especialista Tokarev puso paños fríos a la influencia humana. Dijo: "Sería como soplar a la orilla del mar. Lógico que se puede hablar de una interacción en el medio ambiente, pero no como para provocar un huracán".
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