lunes, 15 de junio de 2009
La Revolución de los niños y de las niñas
Rolando Sarmiento Ricart
(tomado del periodico cubano Adelante)
Desde el triunfo de la Revolución Cubana, el primero de enero de 1959,
Fidel Castro Ruz, su líder indiscutible, puso en práctica el programa
del Moncada para la felicidad de los niños y de las niñas de la Isla caribeña.
Les aseguró trabajo a sus padres, sin distingo de sexo ni color, y a
los infantes todos los derechos de crecer alegres, sanos y saludables,
de estudiar lo que quisieran, gratuitamente, sin la exclusividad de
escuelas y clínicas privadas, donde antes sólo podían acudir una
pudiente minoría de la población.
La poliomielitis, un azote de secuelas irreversibles que ataca la
población infantil mundial más desatendida, pero es evitable con una
costosa vacuna. En Cuba hace muchas décadas dejó de serlo, porque
todos los niños y las niñas se inmunizan del terrible flagelo.
Los pequeños cubanos al nacer reciben 12 vacunas y otras
inmunizaciones más en los años escolares de primer grado, quinto,
octavo, noveno y decimoprimero, contra enfermedades evitables como la
difteria, hepatitis B, tétano, tos ferina, leptopirosis y otras
infectocontagiosas causantes de la muerte en muchos países del orbe.
Mediante el Programa Materno Infantil (PAMI) se protege a la madre y
el niño con el control sistemático prenatal y postnatal. Cuba en el
2008, a pesar de medio siglo del genocida bloqueo de los Estados
Unidos, alcanzó la tasa de mortalidad infantil más baja de su
historia: 4,7 y nueve de sus 14 provincias estuvieron por debajo de 5
niños fallecidos por cada mil nacidos vivos, incluida Camagüey con 4,
2 la provincia más extensa del país, que en los primeros meses del
actual 2009 mantiene ese logro de la Salud.
Para los cubanos de la Isla asediada, un niño o una niña es lo más
importante, y en víspera del Día Internacional de la Infancia, que en
nuestro país se celebrará el próximo lunes primero de junio, esa fecha
constituirá una efeméride reiterativa de alegría, seguridad en el
presente y el futuro, para los infantes y las familias.
En cualquier lugar del país, en el paraje más apartado de la geografía
cubana, no hay un niño o niña descalzo, semidesnudo, famélico; sin
escuela, sin atención médica ni alimentaria: Cada pequeño nacido,
crecido bajo el criminal bloqueo del gobierno de los Estados Unidos,
es un ejemplo de protección constitucional para quienes claman pero
nada hacen por los derechos humanos, porque en todos los niños
cubanos, se afianza la esperanza de un único sistema social donde el
ser humano no tiene precio ni comercialización mercantilista.
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