domingo, 27 de julio de 2008

Salvador Allende y la Revolución que cambió la historia continental


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26-07-2008

Salvador Allende y la Revolución que cambió la historia continental

"La agresión a Cuba es una agresión a la sangre,
la tierra y la historia de América Latina"

Mario Amorós
Punto Final

En los primeros días de 1959, Salvador Allende se
encontraba en Venezuela para asistir a la toma de
posesión de Rómulo Betancourt. Después de la
entrada victoriosa en La Habana de los
guerrilleros del Movimiento 26 de Julio, decidió
tomar un vuelo para Cuba para ser testigo de los
hechos históricos que empezaban a cambiar ya la
historia contemporánea de América Latina.

A La Habana viajaba el líder del Frente de Acción
Popular (FRAP), que unía a comunistas,
socialistas y otras fuerzas menores de la
izquierda, un senador con dos décadas de trabajo
parlamentario, el candidato presidencial que en
las elecciones del 4 de septiembre de 1958 había
alcanzado el 28% de los votos y se había quedado
a 33.000 votos de La Moneda, el revolucionario
que creía posible la transformación socialista de
Chile desde la institucionalidad burguesa
vigente. No obstante, su temprana convicción en
la posibilidad de la "vía pacífica" en Chile no
le impidió valorar el profundo significado
histórico de la Revolución Cubana, la conversión
de este país en el "primer territorio libre de
América Latina".

En aquellos días de enero de 1959 Allende se
reunió con el comandante Ernesto Che Guevara en
La Cabaña, según relató a Régis Debray en la
entrevista que PF publicó en exclusiva en 1971:
"Ahí llegué yo y ahí estaba el Che. Estaba
tendido en un catre de campaña, en una pieza
enorme, donde me recuerdo había un catre de
bronce, pero el Che estaba tendido en el catre de
campaña. Solamente con los pantalones y con el
dorso descubierto y en ese momento tenía un
fuerte ataque de asma. Estaba con el inhalador y
yo esperé que se le pasara, me senté en la cama,
en la otra, entonces le dije: 'Comandante', pero
me dijo: 'Mire, Allende, yo sé perfectamente bien
quién es usted. Yo le oí en la campaña
presidencial del 52 dos discursos: uno muy bueno
y uno muy malo. Así es que conversemos con
confianza, porque yo tengo una opinión clara de
quién es usted'. Después me di cuenta de la
calidad intelectual, el sentido humano, la visión
continental que tenía el Che y la concepción
realista de la lucha de los pueblos, y él me
conectó con Raúl Castro y después,
inmediatamente, fui a ver a Fidel. Recuerdo como
si fuera hoy día: estaba en un Consejo de
Gabinete. Me hizo entrar y yo presencié parte de
la reunión. Hubo una cena y después salimos a
conversar con Fidel a un salón. Había guajiros
jugando ajedrez y cartas, tendidos en el suelo,
con metralletas y de todo. Ahí, en un pequeño
rincón libre, nos quedamos largo rato. Ahí me di
cuenta de lo que era, ahí tuve la concepción de
lo que era Fidel".

Con aquel primer encuentro Fidel Castro y
Salvador Allende iniciaron una relación de
amistad, no exenta de discusiones "profundas y
fuertes", según Allende, quien también se
consideraba amigo de Guevara. Allende fue un gran
defensor de la Revolución Cubana, en infinidad de
ocasiones proclamó que la dictadura de Fulgencio
Batista y la tutela del imperialismo sobre los
destinos de la isla sólo dejaron el camino de la
insurgencia a quienes luchaban por la
independencia nacional y la justicia social.
Precisamente el Che le regaló uno de los primeros
ejemplares de La guerra de guerrillas, en el que
anotó esta dedicatoria: "A Salvador Allende que
por otros medios trata de obtener lo mismo.
Afectuosamente, Che".

El 27 de julio de 1960 subió a la tribuna del
Senado para defender la Revolución Cubana. En
primer lugar, rindió tributo a los héroes que
asaltaron el Cuartel Moncada, en Santiago de
Cuba, el 26 de julio de 1953: "Rendimos homenaje
a las milicias inmoladas hace siete años en el
asalto al Cuartel Moncada y lo hacemos expresando
que los sectores populares de Chile, la inmensa
mayoría del pueblo, siente, comparte y vive los
ideales de la Revolución Cubana. Tal hecho no
puede ser extraño para nadie porque, en la
conciencia del pueblo chileno, existe la inmensa
y profunda convicción de que América Latina está
viviendo uno de los minutos más trascendentales
de su historia; que las revoluciones mexicana y
boliviana señalaron ya una etapa y que la cubana
marca con caracteres imborrables un proceso de
superación, al dar sólidos pasos hacia la plena
independencia económica y señalar, en su lucha,
el camino que han de seguir los pueblos
latinoamericanos para afianzar y acelerar la
evolución política, económica y social que los
lleve a ser auténtica y definitivamente libres.
Nosotros hemos expresado reiteradamente que, con
estrategia y tácticas distintas, tal proceso
deberá aflorar en los diversos países de América
Latina para terminar con la etapa de vasallaje
político, de explotación económica; para poner
fin a la angustia, al hambre y la miseria de
miles y miles de hombres de esta parte del
Hemisferio; para detener la voracidad implacable
del imperialismo; para poner fin al régimen
feudal de explotación de nuestras tierras; en
resumen, para hacer posible el desarrollo
económico y el cambio político capaces de crear
un porvenir de dignidad y grandeza para el pueblo
latinoamericano".

Una vez más, expresó su convicción de que, con
tácticas y estrategias distintas en cada país,
"la revolución latinoamericana" enfrentaría tres
desafíos esenciales: la ruptura de la dependencia
económica de estas naciones, una "batalla frontal
contra el imperialismo" y la reforma agraria. En
aquel discurso, poco antes de la proclamación del
carácter socialista de la Revolución Cubana, de
la expulsión de Cuba de la OEA y de la ruptura de
relaciones diplomáticas por parte de casi todos
los países latinoamericanos (incluido el gobierno
de Alessandri), denunció las agresiones que este
país sufría de parte de Washington: "Ayer era
Guatemala el polvorín comunista que ponía en
peligro la hermandad americana. Hoy es Cuba. Ayer
y hoy el Departamento de Estado norteamericano
defiende, impúdicamente y por los peores métodos
de presión económica y atropello, los intereses
de sus connacionales, su influencia política".

Salvador Allende también recorrió la historia de
Cuba desde la agresión de la corona española en
las postrimerías del siglo XV, hasta las luchas
por la abolición de la esclavitud y la
independencia en el siglo XIX, desde la guerra de
los Diez Años a José Martí y su Partido
Revolucionario Cubano, desde la Enmienda Platt a
las dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio
Batista. En su parte final, hizo una fundamentada
y apasionada defensa de los logros de la
Revolución en su primer año y medio: "Desde aquí,
como un homenaje a la Revolución Cubana, a su
Gobierno y a su pueblo, sólo puedo decir que la
agresión contra Cuba es una agresión a la tierra,
a la sangre y a la historia de Latinoamérica".

La fraternidad entre Allende y la Revolución
Cubana floreció plenamente durante los mil días
de gobierno de la Unidad Popular: en noviembre de
1970, Chile restableció las relaciones
diplomáticas con el país caribeño; un año
después, Fidel visitó durante cuatro semanas
Chile y en diciembre de 1972 Allende finalizó en
La Habana la histórica gira que le llevó a
México, Nueva York (para intervenir ante la
Asamblea General de la ONU), Argelia y la URSS.
Durante la dictadura militar, Cuba dio apoyo a la
Resistencia y acogió a miles de exiliados
chilenos. En 1996, con motivo de la Cumbre
Iberoamericana de Viña del Mar, Fidel visitó la
tumba del Presidente Allende en el Cementerio
General.

La memoria de Allende nos llama a seguir
defendiendo la Revolución Cubana porque, como
afirmó en el Senado en julio de 1960, "la
agresión contra Cuba es una agresión a la tierra,
a la sangre y a la historia de Latinoamérica".

- Artículo publicado en el número especial de
Punto Final dedicado al centenario de Salvador
Allende: www.puntofinal.cl

- Mario Amorós es historiador y periodista
español. Su último libro es Compañero Presidente.
Salvador Allende, una vida por la democracia y el
socialismo (Publicaciones de la Universidad de
Valencia. Valencia, 2008. 376 págs.).

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