jueves, 13 de marzo de 2008

REFLEXIONES DE FIDEL CASTRO: RAFAEL CORREA

REFLEXIONES DEL COMPAÑERO FIDEL CASTRORafael CorreaRecuerdo cuando nos visitó, meses antes de la campaña electoral dondepensaba presentarse como candidato a la Presidencia de Ecuador. Había sidoMinistro de Economía del gobierno de Alfredo Palacio, médico cirujano conprestigio profesional, que también nos había visitado en su condición deVicepresidente, antes de acceder a la presidencia, por situacionesimprevistas que se dieron en Ecuador. Este había sido receptivo a unprograma de operaciones oftalmológicas que le ofrecimos como forma decooperación. Existían buenas relaciones entre ambos gobiernos.Correa, no hacía mucho, había renunciado al Ministerio de Economía. Estabainconforme con lo que calificó de corrupción administrativa promovida porOxy, empresa extranjera que exploró e invirtió importantes sumas, pero quese quedaba con cuatro de cada cinco barriles de petróleo extraído. No hablóde nacionalizar, sino de cobrarle elevados impuestos que asignaba deantemano a inversiones sociales pormenorizadas. Ya había aprobado lasmedidas y un juez las declaró válidas.Como no mencionaba la palabra nacionalizar, pensé que experimentaba temoral concepto. No me extrañaba, porque era economista graduado con grandesreconocimientos por una conocida universidad de Estados Unidos. No me ocupémucho en profundizar, lo acosaba con preguntas del arsenal acumulado en lalucha contra la deuda externa de América Latina en 1985 y de la propiaexperiencia cubana.Existen inversiones de riesgo sumamente altas y de sofisticada tecnología,que ningún país pequeño como Cuba y Ecuador podría asumir.Como estábamos ya en el año 2006 decididos a impulsar la revoluciónenergética, que fuimos el primer país del planeta en proclamar comocuestión vital para la humanidad, le había abordado el tema con especialénfasis. Me detuve, había comprendido una de sus razones.Le conté la conversación que hacía poco había sostenido con el presidentede la empresa española REPSOL. La misma, asociada a otras empresasinternacionales, acometería una operación costosa para perforar en el fondodel mar, a más de 2 000 metros de profundidad, con empleo de sofisticadastecnologías, dentro de las aguas jurisdiccionales de Cuba. Dije al jefe dela empresa española: ¿Cuánto vale un pozo exploratorio? Le hago la preguntaporque queremos participar aunque sea en el uno por ciento del costo,deseamos saber lo que ustedes quieren hacer con nuestro petróleo.Correa, por su parte, me había contado que de cada cien dólares queextraían las compañías, solamente veinte iban para el país; ni siquieraentraban en el presupuesto, expresó, se dejaban en un fondo aparte paracualquier cosa menos para mejorar las condiciones de vida del pueblo.Yo derogué el fondo, me dijo, y asigné 40 por ciento para educación ysalud, desarrollo tecnológico y vial, el resto para recomprar la deuda siel precio de la misma nos favorecía, o de lo contrario invertirlo en otracosa más útil. Antes teníamos que comprar cada año una parte de esa deudaque se encarecía.En el caso del Ecuador —me añadió— la política petrolera rayaba en traicióna la patria. ¿Por qué lo hacen?, le pregunto. ¿Por miedo a los yanquis opresión insoportable? Me responde: Si tienen un Ministro de Economía queles dice que privatizando mejora la eficiencia, usted puede imaginarse. Yono hice eso.Lo estimulo a seguir y me explica con calma. La compañía extranjera Oxy esuna empresa que ha roto su contrato y de acuerdo con la ley ecuatoriana serequiere la caducidad. Significa que el campo operado por esa empresa tieneque pasar al Estado, pero por presiones de los yanquis el gobierno no seatreve a ocuparlo, se crea una situación no contemplada por la legislación.La ley dice caducidad y nada más. El juez de primera instancia, que erapresidente de PETROECUADOR, lo hizo así. Yo era miembro de PETROECUADOR ynos llamaron de urgencia a una reunión para expulsarlo del cargo. Yo noasistí y no pudieron despedirlo. El juez declaró la caducidad.¿Qué querían los yanquis?, pregunto. Querían una multa, explica él rápido.Escuchándolo comprendí que lo había subestimado.Yo estaba apurado por multitud de compromisos. Lo invité a presenciar elencuentro con un numeroso grupo de profesionales cubanos altamentecalificados que partirían para Bolivia, a fin de integrarse a la BrigadaMédica; esta cuenta con personal para más de 30 hospitales, entre otrasactividades 19 posiciones quirúrgicas que pueden realizar más de 130 miloperaciones oftalmológicas por año; todo bajo forma de cooperacióngratuita. Ecuador dispone de tres centros similares con seis posicionesoftalmológicas.La cena con el economista ecuatoriano fue ya entrada la madrugada del 9 defebrero de 2006. Apenas hubo puntos de vista que yo no abordara. Le habléhasta del mercurio tan dañino que las industrias modernas esparcen por losmares del planeta. El consumismo fue por supuesto un tema enfatizado pormí; el alto costo del kiloWatt/hora en las termoeléctricas; las diferenciasentre las formas de distribución socialista y comunista, el papel deldinero, el millón de millones que se gasta en publicidad sufragadoforzosamente por los pueblos en los precios de las mercancías, y losestudios realizados por brigadas sociales universitarias que descubrieron,entre los 500 mil núcleos de la capital, el número de personas ancianas quevivían solas. Expliqué la etapa de universalización de los estudiosuniversitarios en que estábamos envueltos.Quedamos muy amigos, aunque tal vez se llevara la imagen de que yo eraautosuficiente. Si eso ocurrió, fue realmente involuntario por mi parte.Desde entonces observé cada uno de sus pasos: proceso electoral, enfoque delos problemas concretos de los ecuatorianos, y victoria popular sobre laoligarquía.En la historia de ambos pueblos hay muchas cosas que nos unen. Sucre fuesiempre una figura extraordinariamente admirada junto a la de El LibertadorBolívar, quien para Martí, lo que no hizo en América está por hacertodavía, y como exclamó Neruda, despierta cada cien años.El imperialismo acaba de cometer un monstruoso crimen en Ecuador. Bombasmortíferas fueron lanzadas en la madrugada contra un grupo de hombres ymujeres que, casi sin excepción, dormían. Eso se deduce de todos los partesoficiales emitidos desde el primer instante. Las acusaciones concretascontra ese grupo de seres humanos no justifican la acción. Fueron bombasyanquis, guiadas por satélites yanquis.A sangre fría nadie absolutamente tiene derecho a matar. Si aceptamos esemétodo imperial de guerra y barbarie, bombas yanquis dirigidas porsatélites pueden caer sobre cualquier grupo de hombres y mujereslatinoamericanos, en el territorio de cualquier país, haya o no guerra. Elhecho de que se produjera en tierra probadamente ecuatoriana es unagravante.No somos enemigos de Colombia. Las anteriores reflexiones e intercambiosdemuestran cuánto nos hemos esforzado, tanto el actual Presidente delConsejo de Estado de Cuba como yo, de atenernos a una política declarada deprincipios y de paz, proclamada desde hace años en nuestras relaciones conlos demás Estados de América Latina.Hoy que todo está en riesgo, no nos convierte en beligerantes. Somosdecididos partidarios de la unidad entre los pueblos de lo que Martí llamóNuestra América.Guardar silencio nos haría cómplices. Hoy a nuestro amigo, el economista ypresidente del Ecuador Rafael Correa, quieren sentarlo en el banquillo delos acusados, algo que no podíamos siquiera concebir aquella madrugada del9 de febrero de 2006. Parecía entonces que mi imaginación era capaz deabarcar sueños y riesgos de todo tipo, menos algo parecido a lo que ocurrióla madrugada del sábado 1º de marzo de 2008.Correa tiene en sus manos los pocos sobrevivientes y el resto de loscadáveres. Los dos que faltan demuestran que el territorio de Ecuador fueocupado por tropas que cruzaron la frontera. Puede exclamar ahora comoEmilio Zola: ¡Yo acuso!


Fidel Castro RuzMarzo 3 de 2008

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